sexta-feira, 1 de março de 2019



Nuestro destino fue la huida,
nuestro anhelo la prisa, la escapada.
No pudimos resguardarnos entre cuatro paredes
porque el miedo nos obligó a escarbar;
el miedo nos contó la leyenda de Dédalos,
la nuestra, las anteriores a la nuestra,
la que vendrá después a sucedernos.
Y no hubo más remedio que huir,
escapar a una tierra de mudos,
donde el silencio nos abrigaba como una toquilla.

Nuestro destino fue la huida.
Y nuestra música fue una melodía extraña y dolorosa.
Muy pocos fueron los que quisieron escuchar
aquella jadeante cantinela.

                    Sin embargo,
aquella música nos devolvió la fe en la vida.
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  Aguirre, Francisca. Detrás de los espejos, Antología 1973-2010. Madrid: Bartleby Editores, 2013, p 84.
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