quarta-feira, 31 de janeiro de 2024

A poesia de Antonio Praena foi publicada na Revista Oresteia no dia 3 de janeiro de 2024.
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DE UNA FORMA O DE OUTRA
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Pero yo digo lo contrario:
la vida de los santos es hermosa,
vana y brillante, en cambio, su leyenda.
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Piensa en los años de abandono,
de soledad y de silencio al fondo de una gruta
o de una celda blanca en compañía
de un puñado de libros.
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Recuerda los viajes de San Pablo
y esa espina que, dice,
no ha podido sacarse de la carne.
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Es glorioso ser casta
junto a un joven romano legionario
que ha pasado el invierno
en las fronteras de Germania.
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Medita en los estigmas,
en sus supuraciones milagrosas, la constante
presencia de los clavos en las manos
o las espinas en las sienes.
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Jamás ninguno de nosotros
se unirá al infinito estando vivo y saldrá ileso.
Ninguno de nosotros habrá visto la belleza
de Cristo en sus entrañas tatuada
por un rayo viviente de azucenas.
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También será difícil que la lepra nos despoje
del cuerpo trozo a trozo.
Ni tan siquiera de sida moriremos
en los suburbios de este siglo.
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Intenta imaginar largos ayunos,
el sayal y el cilicio, la sangre coagulada,
la humedad de las tumbas, los piojos
o las cucharas de madera.
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Piensa en los ojos abrasados
de San Jerónimo o Teresa
de Cepeda y Ahumada
mientras escriben a la luz de los candiles,
letra a letra,
palabras que no pueden corregirse.
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Imagina el olor de los cabellos
podridos bajo tocas de arpillera:
….. con tan sólo
cuarenta años de vida,
algunos de estos tipos ya eran viejos
cubiertos de sudor y aceite rancio.
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Sin duda son hermosas, muy hermosas
las vidas de estos santos. Su leyenda
no pudo asimilar tanta hermosura.
Ni Zurbarán ni Giotto,
que esquivaron el asco
vistiéndolo de temple y tafetanes,
de luz y de inocencia,
lograron atisbar que, con el tiempo,
millones de turistas contemplaran
estos lienzos transidos
de un temblor de otro mundo
prefiriendo, no obstante,
la parte más oscura de esas vidas
que rehuyeron la vida y, sobre todo,
lo que en los siglos venideros
hemos llamado amor sin saber del amor.
Nunca el Amor es inocente,
más bien es el perdón de la inocencia
que hemos perdido o profanado.
Quien ha visto el infierno
comprende lo que digo:
…..grandes pecadores y los santos
siempre estamos muy cerca.
…..De una forma o de otra,
nadie elije el espanto de estar vivo
-pese al espanto de estar vivo-
si no ha llegado al borde del espanto
y ha elegido estar vivo.
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DE UMA FORMA OU DE OUTRA

Mas eu digo o contrário:
a vida dos santos é bela,
vã e brilhante, em vez da sua lenda.
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Pensa nos anos de abandono,
de solidão e de silêncio no fundo de uma gruta
ou de uma cela branca na companhia
de um punhado de livros.
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Recorda as viagens de São Paulo
e esse espinho que, diz,
não ter conseguido arrancar da carne.
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É notável ser casta
ao lado de um jovem legionário romano
que passou o inverno
nas fronteiras da Germânia.
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Medita nas chagas,
nas suas milagrosas supurações, a constante
presença dos pregos nas mãos
ou os espinhos nas têmporas.
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Nenhum de nós jamais
se unirá ao infinito estando vivo e sairá ileso.
nenhum de nós terá visto a beleza
de Cristo nas suas entranhas tatuada
por um vivo raio de lírios.
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Também será difícil que a lepra nos despoje
do corpo, pedaço após pedaço.
Nem sequer de sida morreremos
nas margens deste século.
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Tenta imaginar longos jejuns,
o burel e o cilício, o sangue coagulado,
a humidade das tumbas, os piolhos
ou as colheres de madeira.
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Pensa nos ardentes olhos
de São Jerónimo ou de Teresa
de Cepeda e Ahumada
enquanto escrevem à luz da candeia,
letra a letra,
palavras que não se podem corrigir.
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Imagina o cheiro dos cabelos
apodrecidos debaixo de toucas de serapilheira:
…..com apenas
quarenta anos,
algumas destas pessoas já eram velhas
cobertas de suor e de óleo rançoso.
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Sem dúvida são belas, muito belas
as vidas destes santos. A sua lenda
não se pode equiparar a tanta beleza.
Nem Zurbarán nem Giotto,
que evitaram a repugnância
vestindo-a de têmpera e de tafetás,
de luz e de inocência,
conseguiram entrever que, com o tempo,
milhões de turistas contemplariam
estas telas possuídos
por um tremor do outro mundo
preferindo, não obstante,
a parte mais obscura destas vidas
que evitavam a vida e, sobretudo,
aquilo que nos séculos seguintes
temos chamado amor sem dele nada sabermos.
O Amor nunca é inocente,
é antes o perdão da inocência
que temos perdido e profanado.
Quem já viu o inferno
compreenderá o que digo:
…..grandes pecadores e santos
nunca estamos muito afastados.
…..De uma forma ou de outra,
ninguém escolhe o espanto de estar vivo
— apesar do espanto de estar vivo –
caso não tenha chegado à margem do espanto
e preferido estar vivo.

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 ECCE MULIER

                A Fina Pellicer
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                “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice
                 al discípulo: ahí tienes a tu madre”
                            Jn 19, 26-27

No lo puedo creer:
hemos venido a poner flores y tu madre
me está dando las gracias mientras limpia
la lápida de mármol con tus fechas.
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Me está dando las gracias por las horas
aquellas tan felices -Águilas, Sangonera
la Seca, Mazarrón. Higueras y piscina-.
Las horas bajo el mismo sol que alumbra
el Monte Sinaí, Atenas y el Calvario.
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Aun oyendo me cuesta
creer lo que es patente a los sentidos.
Y es su fe la que hace
más real lo invisible que los hechos.
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Recoge en una bolsa la bayeta
y el pulverizador limpiacristales.
Yo pienso en el realismo
de corte aristotélico e hispano:
al fin y al cabo, Grecia está ahí enfrente.
Solo es cuestión de andar sobre las aguas.

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ECCE MULIER

Não posso acreditar:
viemos pôr flores e a tua mãe
está a agradecer-me enquanto limpa
a lápide de mármore com as tuas datas.
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Está a agradecer-me por aquelas
horas tão felizes –Águilas, Sangonera
la Seca, Mazarrón. Higueras e piscina-.
As horas debaixo do mesmo sol que ilumina
o Monte Sinai, Atenas e o Calvário.
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Mesmo ouvindo custa-me
acreditar no que é evidente aos sentidos.
E é a sua fé que torna
o invisível mais real do que os factos.
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Guarda numa mala o pano
e o pulverizador limpa-vidros.
Eu penso no realismo
de tipo aristotélico e hispânico:
ao fim e ao cabo, a Grécia está ali em frente.
É só uma questão de andar sobre as águas.

Tradução de Victor Oliveira Mateus

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Presentación (nota de CV):
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Antonio Praena (Granada, 1973) es sacerdote dominico y poeta. Ha publicado poesía desde el año 2003. Su último libro es Cuerpos de Cristo (Visor, 2021). Sus obras han recibido, entre otros, los premios Jaime Gil de Biedma y Emilio Alarcos.

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segunda-feira, 22 de janeiro de 2024

A poesia de Ivonne Gordon foi publicada na Revista Oresteia no dia 16 de janeiro de 2022.
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EL VIAJE AL PAÍS DE LOS CANGREJOS AZULES

Sin saber salimos de ese lugar natal después de miles
de años, las manos estaban llenas de flores y fango
e imaginamos la copiosidad inmensa de las lenguas
y las heridas desconfiadas.
Con las manos como criaturitas inmóviles
fuimos depositando gotas de mar en la lengua,
y descubrimos que no somos eternos,
cuando las fieras conducen al rebaño a pátios vacíos,
al imaginar
el naufrágio de las noches de pólvora,
al sentir los rasguños en las estrellas,
nos dimos cuenta que han pasado más de mil años
y que nuestra piel ha quedado al lado de las lagartijas
de los relojes blandos, y que hemos husmeado
el olor de las palomas para viajar al país de los cangrejos azules.

Tenemos la sensación que todo está por hacerse.

Hay que dejar que el perfil de la piedra sea piedra,
y que el peso de la piedra sea peso
para vivir nuestras vidas en el outro lado del muro
en el otro tiempo desdoblado,
y liberarnos, aunque sea un poco de la ropa
que se mira cansada, pensativa como si estuviera pactada
con recuerdos antíguos que no existen,
hay que liberarnos un poco

***

A VIAGEM AO PAÍS DOS CARANGUEJOS AZUIS

Sem saber deixámos a terra natal após milhares
de anos, as mãos estavam cheias de flores e lodo
e imaginamos a enorme abundância das línguas
e das incrédulas feridas.
Com as mãos como criaturinhas imóveis
fomos depositando gotas de mar na língua,
e descobrimos que não somos eternos,
quando as feras conduzem o rebanho para os terraços vazios,
imaginando
os destroços das noites de pólvora,
ao sentir os lampejos das estrelas,
demo-nos conta que haviam passado mais de mil anos
e que a nossa pele havia ficado ao lado das lagartixas
dos relógios vagarosos, e que farejámos
o rasto dos pombos para viajar para o país dos caranguejos azuis.

Temos a sensação de que tudo está por fazer.

Há que deixar que o perfil da pedra seja pedra,
e que o peso da pedra seja peso
para vivermos as nossas vidas no outro lado do muro
num outro tempo fragmentado,
e libertarmo-nos, nem que seja um pouco da roupa
que se vê exausta, absorta como se estivesse em concordância
com as antigas memórias que não existem,
temos de nos libertar um pouco

***

EL PARAÍSO SIN EQUIPAJE

Si el adiós no existe, si sólo es un invento momentáneo,
si el paraíso tampoco existe, y todo está envuelto en papel de loteria
con sabor a mar y cielo, con olor a herrumbre de los huesos
con cielos de color caramelo, con segundos de memoria,
si el tiempo tampoco existe y sólo es algo que se puede regalar,
pido entonces sólo una hora
para inventar adioses
en los días que amanecen con labios descarados
que llaman, que quedan, que viven como un milagro,
esos días duelen al pasar por los pueblos pescadores
al escuchar el lenguaje de los pulpos
que con sus tentáculos cuelgan de un alambre
para disecar el dialecto secreto
y recordar el color de la memoria que no existe
porque ocupa y a la vez es ocupada.
La revelación mas grande,
es el caos dentro de un paraguas de Chagal
empapado por el agua de los huesos
es la invención de los adioses y de la memoria
que se transforma en palabra que yace al fondo del agua
silenciosa
que quema y nombra,
en el vientre de la ballena llena de sol y sal,
mientras las paredes marítimas de la casa susurran,
la costilla de Adán ha sido mordisqueada

***

O PARAÍSO SEM BAGAGEM

Se o adeus não existe, se é apenas uma invenção momentânea,
se o paraíso tão-pouco existe, e tudo está envolto num bilhete de lotaria
com sabor a mar e céu, com cheiro à ferrugem dos ossos
com céus cor de caramelo, com segundos de memória,
se o tempo tão-pouco existe e é apenas algo que se pode oferecer,
peço então apenas uma hora
para inventar adeuses
nos dias que amanhecem com lábios insolentes
que chamam, que ficam, que vivem como um milagre,
esses dias doem ao passar pelas aldeias de pescadores
escutando a linguagem dos polvos
que pelos tentáculos pendem de um arame
para dissecar o dialeto secreto
e recordar a cor da memória que não existe
porque habita e ao mesmo tempo é habitada.
A revelação maior
é o caos dentro de um guarda-chuva de Chagal
ensopado pela água dos ossos
é a invenção dos adeuses e da memória
que se transforma na palavra que repousa no fundo da água
silenciosa
que incendeia e nomeia,
o ventre da baleia cheia de sol e sal,
enquanto as paredes marítimas da casa sussurram,
a costela de Adão que foi mordiscada

Tradução de Victor Oliveira Mateus

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Ivonne Gordon Carrera Andrade (Quito, Ecuador). https://ivonnegordon.com/ Realizó su tesis
doctoral sobre: La femineidad como máscara. Un estudio de la obra poética de Gabriela Mistral.
Es poeta, crítica literaria, traductora, ensayista. Profesora Titular de literatura latinoamericana en
la U. de Redlands, EEUU. Entre los galardones el más reciente, el Premio Poeta en Nueva York,
Ediciones Valparaíso, USA; Premio Internacional de Poesía Hespérides; Premio de poesía, Jorge
Carrera; finalista del Premio Internacional de poesía Francisco de Aldana; finalista Andrés Bello;
Mención de Honor Premio Internacional de Poesía Academia Oriente-Occidente, Rumania;
finalista del Premio Extraordinario Casa de las Américas. Ha publicado más de una decena de
libros, sus publicaciones más recientes: Meditar de sirenas (Chile, 2019); Ocurrencias del
porvenir (Argentina, 2018); El tórax de tus ojos (España, 2018); Diosas prestadas (España,
2019); Casa de Agua (Estados Unidos, 2021). Ha publicado numerosos artículos académicos
sobre literatura latinoamericana de divulgación internacional. Su poesía está grabada en la
Biblioteca del Congreso en Estados Unidos. Conferencista magistral en varias universidades de
EEUU. Ha sido invitada a los más importantes festivales de poesía internacionales, su poesía
consta en más de cuarenta antologías internacionales.


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sábado, 20 de janeiro de 2024


A poesia de Daisy Zamora foi publicada na Revista Oresteia no dia 16 de janeiro de 2022. (Para ler a totalidade dos poemas: ir puxando para cima o cursor lateral).
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OTRO TIEMPO

 
 
Regresamos al lugar donde fuimos felices
acompañados de nuevos amigos.
Sentados uno frente al otro
tu mano ya no busca mi mano bajo la mesa.
 
A la sombra
están vacías las mesas que antes ocupábamos.
El mediodía blanquea los icacos en las más altas ramas,
las guayabas verdean entre las hojas verdes.
 
Hay cordialidad entre nosotros,
parecemos dos viejos amigos.
Con ternura, preñada de tristeza
miro las mesas y las sillas, muertas y solas.

***

OUTRA ETAPA

Regressamos ao lugar onde fomos felizes
acompanhados de novos amigos.
Sentados um frente ao outro
a tua mão já não procura a minha por baixo da mesa.

À sombra
estão vazias as mesas que antes ocupávamos.
O meio-dia ilumina os hicanos nos ramos mais altos,
as goiabas verdecem por entre as folhas verdes.

Há franqueza entre nós,
parecemos dois velhos amigos.
Com ternura, prenhe de tristeza
observo as mesas e as cadeiras, abandonadas e mortas.

PAISAJE ONÍRICO

A George


Tu cuerpo es un vergel que visito sonámbula,
bajo el espléndido solsticio del verano.
 
Tu cuerpo es la Primavera de Vivaldi
que brota de los violines y florece
en la vibrante levedad del aire.
 
Tu cuerpo es aquella rara bandada de gaviotas
volando sobre el desierto en el cielo de octubre.
 
Tu cuerpo es la deslumbrante cauda del cometa:
un reguero de estrellas en la noche absoluta.
 
Tu cuerpo es el devenir inmemorial del tiempo
y el incesante latido del corazón del mar.
 
Tu cuerpo es un niño que todavía espera
el abrazo imposible de su padre.
 
Tu cuerpo es añoranza de viejos aguaceros
y verdor de paisajes perdidos para mí.
 
Tu cuerpo es tierra, agua, sol, llanto que brota
desde el fondo insondable de la infancia.

***

PAISAGEM DE SONHO

Para o George

O teu corpo é um pomar que visito sonâmbula,
sob o esplêndido solstício do verão.

O teu corpo é a primavera de Vivaldi
que irrompe dos violinos e floresce
na vibrante leveza do ar.

O teu corpo é aquele raro bando de gaivotas
sobrevoando o deserto no céu de outubro.

O teu corpo é a deslumbrante cauda de um cometa:
um sulco de estrelas na imensidão da noite.

O teu corpo é o imemorial devir do tempo
e o bater incessante do coração do mar.

O teu corpo é um menino que ainda espera
o abraço impossível do pai.

O teu corpo é a nostalgia de antigos aguaceiros
e a frescura de paisagens perdidas para mim.

O teu corpo é terra, água, sol, canto que brota
do fundo insondável da infância.

A UNA DAMA QUE LAMENTA LA DUREZA DE MIS VERSOS
 
 
Sucede que cuando salgo, lo primero que veo
es un vagabundo que hurga en la basura.
A veces, una loca sombrea su miseria
frente a mi casa.  Y el vacío de sus ojos insomnes
entenebrece la luz de la mañana.
 
Esquinas y semáforos invadidos por gentes
que venden cualquier cosa. . .  enjambres de niños
se precipitan a limpiar automóviles
a cambio de un peso, un insulto, un golpe.
Adolescentes ofertan el único bien:  sus cuerpos.
Mendigos, limosneros, drogadictos:  la ciudad entera
es una mano famélica y suplicante.
 
Usted vive un mundo hermoso:  frondosas arboledas
canchas de tenis, piscinas donde retozan
bellos adolescentes.  Por las tardes
niñeras uniformadas pasean en cochecitos
a rubios serafines.
Su marido es funcionario importante.
Usted y su familia vacacionan en Nueva York o París
y en este país están sólo de paso.
 
Lamenta mis visiones ásperas.  Las quisiera suaves,
gratas como los pasteles y bombones que usted come.
Siento no complacerla.  Aquí, comemos piedras.

***

PARA UMA SENHORA QUE SE QUEIXA DA DUREZA DOS MEUS VERSOS

Acontece que quando saio, a primeira coisa que vejo
é um vagabundo esgaravatando o lixo.
Por vezes, uma louca projeta a sua miséria
frente à minha casa. E o vazio dos seus olhos insones
obscurece a luz da manhã.

Esquinas e semáforos repletos de gente
que vende de tudo um pouco… enxames de meninos
precipitam-se para limpar automóveis
em troca de um peso, um insulto, um golpe.
Adolescentes oferecem o seu único bem: o corpo.
Mendigos, pedintes, drogados: a cidade inteira
é uma mão faminta e suplicante.

A senhora vive num mundo faustoso: bosques frondosos
campos de ténis, piscinas onde se divertem
belos adolescentes. Pela tarde
amas de uniforme passeiam em carrinhos de bebé
loiros serafins.
O seu marido é um funcionário importante.
A senhora e a sua família passam férias em Nova Iorque ou Paris
e neste país estão apenas de passagem.

Queixa-se das minhas imagens duras. Queria-las suaves,
agradáveis como os bolos e os bombons que a senhora come.
Lamento não poder agradar-lhe. Aqui, nós comemos pedras.

Tradução do espanhol de Victor Oliveira Mateus


sábado, 13 de janeiro de 2024

O Conto o Além é aqui ao lado foi publicado na Revista Oresteia no dia 19 de setembro de 2021.
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As cinco horas da manhã não são propriamente o momento ideal para recebermos visitas ou, ainda mais estranho, para que se nos depare um forasteiro cirandando ao longo do corredor, contudo, depois de ter espreitado pela porta do meu quarto, foi com esta última alternativa que me deparei. Um homem, com mais de sessenta anos, fato azul escuro, cabelo de corte aprimorado, andava de um lado para o outro, por vezes parava, parecendo remoer algum pensamento. Tossiquei, ação de que se apercebeu ao fim de alguns minutos. Não perdeu a compostura. Sorriu calmamente e acenou a cabeça no que me pareceu uma saudação amigável. A situação desconcertava-me: assaltante não era, evidentemente, familiar de alguma das empregadas também não, pois se assim fosse eu teria sido prevenido.

O homem, depois de uns breves instantes, resolveu descer as escadas e sentar-se no grande hall da entrada. Do balcão do primeiro piso fui tentando entender aquilo que me parecia uma certa displicência. Desci também e resolvi enfrentá-lo: pode dizer-me o que faz aqui e quem lhe abriu a porta? Olhou-me com um sorriso brando e estendeu-me a mão: chamo-me Gabriel, ninguém me abriu a porta, eu para entrar não preciso que me abram as portas. Não entendi: quer então dizer que sempre tem vivido aqui? Ele: não!, não é isso que quero dizer, o que estou a tentar explicar-lhe é que sempre tenho vivido a seu lado. Aproximei-me da janela, não fosse eu estar – como me parecia – ante um lunático qualquer. Gabriel percebeu o meu temor e decidiu apaziguar o clima, começando a enumerar uma série de episódios da minha vida. Interrompi-o abruptamente: chega!, o senhor quase parece o meu anjo da guarda! Ele levantou-se e bateu com uma mão na mesa de bilhar: viu como já entendeu! Eu: que idiotice!  Não me diga que me quer convencer que é um anjo? Além disso os anjos da guarda não existem, e se existissem não andariam por aí, de casa em casa, a oferecer os seus préstimos, nem tão-pouco teriam o seu aspeto. Gabriel sorriu: ah, não! Então como são eles? Apercebi-me da minha idiotia, mas resolvi continuar o jogo: são brancos, quase transparentes, de asas enormes e macias. Gabriel deu uma gargalhada: meu caro, meu caro, está a falar de pintura e de produtos gráficos. Irritado, decidi pôr ponto final na conversa: bem, chega! Afinal, o que é que pretende? Ele levantou-se repentinamente, colocou um semblante triste, de uma tristeza que me deixou apavorado: vim buscá-lo! Eu: veio buscar-me?! Mas buscar-me para ir aonde? Para quê? Ele: lembra-se de um desastre de automóvel em que quase ia perdendo a vida? Deixei-me cair num dos sofás, sem pinga de sangue. Tudo pareceu esboroar-se nuns meros segundos. Nem um simples estalido conseguia quebrar o peso do momento. Gabriel aproximou-se, fraternal: vim buscá-lo, no entanto, a decisão é sua, compete à sua liberdade decidir o momento, não tem de vir comigo agora… mas, como deve saber, há quem o espere há muito, sabe, não é verdade? Ele olhava-me apiedado. Um frio terrível apoderou-se de todo o meu corpo, a minha voz – a custo – saiu, frouxa: está bem, eu vou agora!

Mal descemos os degraus que separavam a moradia da rua, senti logo uma dor forte a meio do peito. Gabriel afastou-se alguns metros. Cambaleei. Agarrei-me ao mármore do murete. A dor tornou-se de tal modo intensa que me impedia de respirar. Irradiou depois para o braço, para o maxilar. O aperto no peito varava-me até às costas. Ainda ouvi uma das criadas gritar de uma das janelas do primeiro andar. Caí, fulminado. Gabriel continuava calado a olhar-me. Um homem, que dizia ser médico, correu para o meu corpo, massajava-me o peito, soprava-me na boca. A ambulância tardou apenas alguns minutos. Via uma transeunte de braço erguido segurando um balão de soro. Gabriel disse-me: vá, venha, não olhe para trás!, mas eu olhei: a equipa médica usava agora um desfibrilhador. Vi o meu corpo, por três vezes, estremecer com as descargas, por fim, um dos médicos disse ao outro: hora do óbito, 7 horas e 34 minutos. Gabriel sussurrou-me: venha, já não pode regressar! Estranhamente não me senti triste, experimentei mesmo uma certa sensação de alívio. Não vi, contudo, o tal túnel, de que se costuma falar relativamente a sonhos e visões; no local onde na véspera havia um enorme parque de estacionamento e um centro comercial, abria-se agora um frondoso jardim com duas sequóias na entrada, mas logo passando para uma imensidão de pinheiros, tuias e tudo o que de árvore pudesse ser nomeado. A meu lado, Gabriel murmurou: olhe para a esquerda, lá ao fundo! Vi um anfiteatro enorme, que, não sei por que razão, me fez lembrar o de Verona, ou melhor, este superava quatro ou cinco vezes o de Verona: quilómetros e quilómetros de bancadas, quando, bem ao fundo: vi alguém acenando-me! Gabriel incentivou-me: vá! Quando comecei a querer correr na direção da nova personagem, percebi que o ar não era ar, mas antes uma substância transparente e gelatinosa, que me retardava os passos. Insisti. Tinha de vencer aquela resistência de uma atmosfera que não era atmosfera, mas antes outra coisa qualquer que não entendia. Pressionei. Eu não podia desperdiçar esta nova oportunidade! Voltei a pressionar. Puxei tudo aquilo que havia para puxar. Gritei. Esperneei. Esperneei até, por fim, bater com a cabeça num dos móveis. De olhos esbugalhados, vi Dona Lina – a criada mais velha – encostada ao umbral da porta do meu quarto. Olhava-me assustada: o doutor caiu da cama, está há quase uma hora a falar e a agitar-se, são pesadelos, mas eu estava com medo de o acordar, diz-se que não se deve fazer. Eu, arfando ainda: fez bem! Importa-se de me arranjar um copo com água fresca, por favor?

Esperei um tempo infinito pelo copo com água. Dona Lina parecia ter-se esfumado no andar de baixo. Chamei-a inúmeras vezes cá de cima, até que, finalmente, ela apareceu com ar agitado: o doutor desculpe, mas tive de ir atender à porta, estou cá sozinha hoje e estavam a tocar. Eu: quem era? Ela: um senhor, eu nunca o vi cá em casa, mas ele disse-me que é seu amigo e que o doutor estava à espera dele. Fiquei intrigado. Não me ocorria ter combinado o que quer que fosse com alguém. Eu: mas que me lembre eu não estou à espera de ninguém! Ela: desculpe, mas só estou a repetir o que ele disse… ah, ele até me disse que lhe tinha enviado um aviso a dizer que vinha, para irem não sei onde. Eu: um aviso?! Mas como é que esse senhor se chama? Penso que o nome é Gabriel qualquer coisa, mas não percebi bem o segundo nome, mandei-o entrar e está na biblioteca à sua espera.

Vesti-me apressadamente. Quando entrei na biblioteca, Gabriel esquadrinhava as lombadas dos livros. Sorriu ao ver-me. A sua voz era doce, doce e cúmplice ao mesmo tempo: desta vez entrei pela porta! Vamos? Percebeu a minha indecisão, o meu temor. Eu: sabe?, na realidade tenho medo, passou tanto tempo. Gabriel aproximou-se, olhou-me fixamente nos olhos: meu caro, o tempo é uma ficção, um dia de um pirilampo são décadas num ser humano; o tempo depende do olhar de quem habita um espaço e, tem de concordar, a partir do eterno nem sequer um segundo passou. Concluí: sim, quero ir agora! Sorriu de novo. Havia algo nas suas palavras e no seu modo de ser que me transmitia uma inusitada confiança. Reforcei: sim, quero ir agora! Ele: faz bem, merece habitar o que o espera e que, afinal, está tão perto, porque, vendo bem, o além é aqui ao lado.

 


 


 


A Poesia de Antonio Manilla foi publicada na Revista Oresteia no dia 19 de junho de 2022.
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Marea Baja

En aquello que hagas
en el lapso inconcreto de esa vida
que consideras tuya y es del viento,
pon lo mejor que tengas:
ardor, bondad, belleza.

Todo lo que te haya sido dado,
también cuanto hayas adquirido, todo,
sin reservarte nada, a cada instante.

¿Porque sabes acaso si mañana
habrá camino para volver sobre lo andado,
una oportunidad para la enmienda?

Solo el presente es nuestro. Y nada dura.

Cada logro o propósito,
cuanto creemos firme, duradero:
rastros de nuestro paso en una playa
que borra sin pasión el mar al retirarse.

Somos huellas de arena en la marea baja.

***

Maré Baixa

Naquilo que fizeres
no período incerto desta vida
que consideras tua e é de vento,
põe o melhor que tenhas:
ardor, bondade, beleza.

Tudo o que te foi dado,
também quanto tenhas adquirido, tudo,
sem nada guardares para ti, a cada instante.

Por que acaso sabes se amanhã
haverá caminho para voltar sobre o já andado,
uma oportunidade de corrigir?

Só o presente é nosso. E nada dura.

Cada sucesso ou intenção,
quanto cremos firme, duradouro:
rastos da nossa passagem por uma praia
que o mar apaga sem paixão ao retirar-se.

Somos pegadas de areia na maré baixa.


Noticias sobre la Concepción de A.

Seguramente ahora, que el estío
ya va cediendo pretensiones
y que el turismo afloja —ese turismo inerte
que las agencias mueven al ritmo de las modas,
de un país a otro, todos los veranos—,
es el momento de emprender un viaje.

Ir, por ejemplo, hasta el final del Duero,
a una fresca terraza junto al río
y degustar despacio
la tarde que se mece en un oporto
añejo y joven, como el sol que cabecea
cansino en la lustrosa roda de las barcazas.

O subir hasta el Carmo a pie, por calles
retrepadas, muy pronto, cuando el sol
aún no aprieta y el aire se retuerce,
puliéndose en los parques, para al fin
aportar al prodigio inverosímil
de la piedra temblando y la luz quieta.

Coger habitación en un hotel
desde cuyas ventanas se contemplen
las aguas mansas del Mondego irse
—con su andar solitario entre la gente—,
contra su voluntad, de Sintra, como
se van los que la quieren.

Igual ahora, cuando septiembre anuncia
con viento seco y malhumor
que todo —hasta el verano— se termina,
sea el momento de emprender un viaje
más allá de nosotros:

ahora que el aire aventa el polvo del camino,
ahora que se adelgaza la noche de sus astros,
las horas merman y la noche es fría.

***

Novidades sobre a idealização de A.

Certamente agora, que o verão
já vai largando as suas pretensões
e que o turismo afrouxa – esse turismo inerte
que as agências mobilizam ao sabor das modas,
de um país para outro, todos os verões –,
é o momento de empreender uma viagem.

Ir, por exemplo, até à foz do Douro,
para uma esplanada agradável junto ao rio
e saborear lentamente
a tarde que perpassa num porto
aneiro e jovem, como o sol que acena
cansado na vistosa proa das barcas.

Ou subir até ao Carmo a pé, por ruas
íngremes, pela manhã, quando o sol
ainda não aperta e o ar se altera,
aprimorando-se nos parques, para no fim
chegar ao prodígio inverosímil
da pedra tremente sob a luz imóvel.

Alugar um quarto num hotel
de cujas janelas se contemplem
as águas mansas do Mondego, sair
-solitário por entre a gente –
contra a sua vontade, de Sintra,
como dela partem aqueles que a amam.

Talvez agora, quando setembro se anuncia
com um vento seco e de mau humor
que tudo – até o verão – termina,
seja o momento de empreender uma viagem
para além de nós próprios:

agora que a brisa dispersa o pó do caminho,
agora que a noite afugenta os astros,
as horas reduzem-se e a noite está fria.

Tradução do espanhol de Victor Oliveira Mateus